martes, 7 de agosto de 2012

Reflexiones del Padre Alberto


DOMINGO XVIII ORDINARIO.
(05 de Agosto de 2012)
Juan 6, 24-35.
“Señor, danos siempre de ese pan...”


Este domingo nuestra Fe nos ha congregado para expresarle al Señor nuestro respeto y deseo de conocerle, de servirle y agradarle, y quizá de solicitarle algún favor. Dios mira complacido la búsqueda que hacemos de su persona y nos escucha siempre atentos. En este día su mensaje nos señala la tendencia a considerar a Dios solamente como una fuente del bienestar personal y no tanto como un apoyo espiritual permanente.

En el evangelio de hoy, tenemos la continuación del pasaje de la multiplicación de los panes. Luego de aquella jornada en la que Jesús estuvo al lado de la multitud que lo buscaba,  compartiendo su tiempo y enseñanzas, y donde realizara para ellos el milagro de los panes, se ve nuevamente asediado por la gente. Aquellos panes y pescados milagrosos llevaban la huella de la bondad del Señor por sus hijos que padecían hambre.  Pero nadie la pudo descubrir; todos los que comieron hasta quedar satisfechos en su cuerpo, en sus necesidades vitales, quieren permanecer al lado de Jesús para verse de nuevo beneficiados con otros prodigios, y Cristo sentencia: “No me buscan por haber visto signos, sino porque comieron pan hasta saciarse”. Es decir, “No han sabido sustentarse de los signos de  Dios, sino del alimento que nutre  el cuerpo solamente”.

El verdadero alimento. Jesús aconseja a quienes lo buscan con curiosidad,  que el verdadero alimento que fortalece y engrandece  a la persona es el que  damos  a nuestro espíritu.  Cristo, a lo largo de su vida  hizo muchos milagros, y en cada uno de ellos estaba el sello de Dios; en cada uno de ellos había motivos para reconocer la grandeza, poder y bondad de Dios,  y todos eran dignos de alabanza. Pero para la gente los milagros solo eran  motivo de alegría y admiración, eran pocas, muy pocas las personas que a partir de ellos  se entregaban a creer en Dios.
Lamentablemente en nuestros días, no hemos cambiado mucho, o tal vez hemos rebasado con mucho lo que Jesús vio entre quienes lo buscaban, porque muchos ya ni siquiera buscan a Dios, por estar ocupados consigo mismos.
En estos días,  la publicidad nos despierta el apetito de los sentidos, queremos ver, tener, y hacer. Apoyados en ese gran don que Dios le dio al hombre, la libertad, tendemos a pensar que tenemos derecho a cualquier cosa, vestir bien, a calmar nuestros apetitos, incluso a llevar a cabo excesos y atropellos a la dignidad de los que más cerca están de nosotros; se nos ha hecho creer que debemos poner todo nuestro cuidado en el bienestar de nuestro cuerpo, nuestra apariencia física debe ser casi perfecta, sin sobrepesos ni arrugas, ni canas, siempre lucir muy joven. Hoy se nos enseña una opción de vida “de calidad”, que exige el bien material; si no se cuenta con los recursos para allegarse lo que se anuncia, no eres feliz, no vales. Hoy la grandeza de la persona se reduce a la apariencia física, a lo superficial, al cuerpo.  ¿Y nuestro Espíritu? ¿De qué manera lo cuidamos? En estos días,  hay hambre de todo, menos de Dios.

 “No busquen el alimento que se acaba, sino aquel que dura para la vida eterna”, nos dice Jesús en el Evangelio. ¿De qué nos sirve tener una figura perfecta, o poseer todo lo que dicen que es necesario para ser feliz, si no tenemos nuestro espíritu fortalecido con la Palabra de Dios?
 Jesús obsequió pan a la multitud aquella, pero con el fin de  que desearan otro tipo de pan. Jesús deseaba que una vez visto el poder del Hijo, aspiraran a conocerlo más y unirse a Él. Pero ellos siguieron  ubicados en lo material, en lo terreno. Igual que nosotros.
La misión de Jesús en el  mundo no era deslumbrar a todos con panes y pescados en abundancia, sino dar a conocer a Dios. Y en la actualidad, Él está cerca y atento de nosotros, pero no para cumplir  peticiones y resolver nuestros problemas únicamente, como nunca ha dejado de hacerlo, nos acompaña para que comprendamos que su presencia es un don, un regalo muy valioso para nuestra vida. Esos signos que Dios nos hace casi a diario, pueden pasar inadvertidos para quienes solo se ocupan de sus necesidades materiales.

El alimento espiritual, ¿cómo adquirirlo? En el Evangelio la multitud busca a Jesús, porque esperaba mucho más para su beneficio; en estos días es notorio que buscamos a Dios la mayoría de las veces, en nuestras necesidades, si contamos con el tiempo para ello, o si nos sentimos dispuestos a ello (“si nos nace”); nuestro tiempo lo empleamos en ocupaciones y deberes, el trabajo,  la escuela, la diversión y esparcimiento propio de estas vacaciones, en todo aquello que representa un bien personal. Atendemos con esmero nuestro cuerpo y qué bien que así sea, porque la salud es un don de Dios, que como todos ellos, debemos cuidarlos y multiplicarlos. Pero no debemos descuidar el Espíritu, el alimento para el alma. ¿Cómo podemos alimentarnos espiritualmente? La Eucaristía es el gran momento en el que Jesús nos ofrece el alimento de su cuerpo, el Pan de Vida. “Qué larga y aburrida la misa”, “qué calor hacía”, “no pude escuchar nada”, llegamos a comentar; pero qué corto nos resulta el tiempo de la película o programa favorito, los momentos con quien nos alegra. La oración es una de las más bellas expresiones de la Fe. La oración, para algunos es complicada y monótona, propia de personas mayores; en cambio la reunión familiar, los comentarios faltos de caridad  hacia los demás no son nada monótonos. La lectura de la Biblia,  es acercarse a Jesús como uno más de aquellas multitudes que deseaban conocerle, pero nos resulta confusa y le guardamos respeto a nuestro ejemplar de las Escrituras que tenemos en casa, y nada complicado nos parece leer los libros de moda, sobre todo aquellos que supuestamente revelan lo que la Iglesia nunca ha querido enseñar. Las visitas al Santísimo. No visitamos el Sagrario para conversar con Dios tranquilamente, pero sí a la novia, y amigos porque de lo contrario, hay problemas, si  descuidamos el trato con los que apreciamos, la relación se deteriora. ¿Y nuestra relación con Dios en qué términos se encuentra? Los convencionalismos, las modas, la publicidad,  no deben llevarnos a dejar fuera de nuestra vida a Dios, ni a olvidar el deber de alimentarnos de Él.

El Pan de Dios asegura nuestra vida en el mañana. El Evangelio de este día puede ser un reflejo de nosotros, quienes nos dirigimos al Señor solicitando algo, esperando algo por motivos muy justos y nobles, teniendo el corazón vacío de Él. Sin ningún hambre de su persona. ¿Cómo nos atrevemos a pedirle a Dios, cuando no hemos dado muestras de conversión, de sinceridad, ni hemos demostrado que somos verdaderos hijos suyos?
En nuestro paso por el mundo nos preocupamos por el presente, por las cosas de todos los días,  pero es también aquí donde debemos prepararnos para el mañana, para nuestro paso a la eternidad. ¿De qué manera? Amando y respetando a Dios, conociéndole y sirviéndole con nuestra obediencia, aprovechando los momentos que alimentan el espíritu.
Las cosas de este mundo, siempre nuevas, nos pueden asombrar, fascinar, y dar comodidad, pero nunca serán suficientes para saciar el alma. Nos podrán entretener y ser muy útiles,  pero no nos llenarán.  El espíritu solamente lo saciamos con los bienes espirituales, y el mayor de todos es el Pan de Vida. Quien realmente nos satisface es Dios, por eso siempre debemos buscar conocerle.
Las cosas de este mundo no nos servirán en la vida eterna, pero en cambio nuestro amor por Dios, la fe,  será lo único que nos acompañará y por ella seremos acreditados  ante el Señor para finalmente vivir a su lado.  

Dios se complace en sus hijos cuando le pedimos algo, es signo de humildad y confianza, pero por lo general hay algo que no pedimos con demasiada frecuencia: “Señor, que nunca me falte el hambre de ti”,  “que mis preocupaciones no me lleven a ignorarte, o mis cruces a reprocharte”. Pidamos siempre al Señor  el poder apreciar las muestras de su amor que nos da a lo largo de nuestra vida y que su bondad nos mueva a reconocer que lo que realmente nos alimenta es su persona y su palabra, la cercanía que podemos mantener con Él viviendo a plenitud nuestras eucaristías.
No busquemos a Dios con intereses terrenos, mundanos, porque un cristianismo vivido así, que espera ser recompensado, que busca al Señor  para pedir ese “pan” que sustenta su vida (diversión, bienestar, desahogo, bienes...), resultará decepcionante en el presente y terrible en el mañana. El que tiene todo lo que quiere, en algún momento se siente solo, pero quien tiene a Dios consigo, lo tiene todo.

   Busquemos estar verdaderamente unidos a Dios por medio del alimento de su cuerpo, para después expresar ese  amor  y esa hambre del Señor a nuestro prójimo con nuestras  obras.     
  


miércoles, 1 de agosto de 2012

Reflexiones del Padre Alberto




DOMINGO XVII ORDINARIO. 
(29 de Julio de 2012)
Jn. 6, 1-15.
La multiplicación de los panes.

Hoy como cada domingo, hemos sentido la alegre necesidad de compartir nuestro tiempo con el Señor, quien se entrega a nosotros por medio de su Palabra y con su Cuerpo para fortalecernos en la fe. Su mensaje nos habla del compartir, que es el camino por el cual Dios se manifiesta a sus fieles.

El evangelio nos presenta uno de los milagros más conocidos de Jesús, la multiplicación de los panes;  al desembarcar en el lago de Galilea, buscando un momento de privacidad con los apóstoles, Jesús se encuentra con una multitud de personas que lo asedian; ante lo que contempla, Jesús se compadece y se queda con todos aquellos hombres y mujeres, les escucha, les aconseja, les predica sin prisa alguna y pasa el tiempo; llega la tarde y nadie tiene intención de marcharse, a pesar del hambre que todos han empezado a sentir. Entonces Jesús realiza el milagro; con cinco panes y dos pescados, la pequeña provisión que un niño ofrece, es posible dar de comer a aquella multitud hambrienta. Fue una tarde feliz para los presentes, tuvieron la oportunidad de estar cerca del Maestro y de contemplar un milagro.

Un modelo para nuestra vida de fe. La multiplicación de los panes es uno de los pasajes más aleccionadores del ministerio de Jesús, ya que en él tenemos un ejemplo de lo que debe ser nuestra relación con el Señor, pues en él apreciamos  la bondad de Dios unida a la generosidad del hombre. Los frutos del cristiano son visibles cuando damos al Señor lo que somos y tenemos.
Jesús vio a lo largo de su vida, a todos aquellos que le buscaban, le asediaban, le perseguían en busca de un favor suyo; conoció a un militar que le pedía solamente una palabra suya para que sanase su criado enfermo, se conmovió con una mujer pagana que imploraba una migaja de su misericordia, como los perritos que comen lo que cae de la mesa de sus amos; conoció a curiosos, malintencionados, faltos de fe; conoció la necesidad y angustia de enfermos y pecadores, y a todos recibía, remediando sus males, porque Dios, que es misericordia sin límites, es incapaz de negarse a quien le solicita su ayuda. Dios hizo milagros admirables con los cuales ganó gran fama. Pero el milagro de la multiplicación de los panes es único porque en él está presente junto a la voluntad benefactora de Dios la participación del hombre; en la multiplicación de los panes, no es el hombre necesitado el que pide, sino el que da, y el papel de Dios es multiplicar lo que recibe.
En estos días nos parecemos mucho a aquellas multitudes que buscaban incansables a Jesús, que le impedían descansar y convivir con los suyos. Para Dios siempre tenemos peticiones, súplicas, demandas, que nos dé luz para caminar seguros, paz para descansar, sabiduría para elegir y opinar sensatamente, bienestar y salud, y compasivo como es, siempre nos escucha y atiende; pero nosotros ¿qué le damos a Dios?, ¿qué aportamos para que Dios lleve a cabo la gracia que le solicitamos? En el evangelio, aquel niño dio lo que tenía para sí mismo; más de cinco mil hombres y mujeres esperaban una acción de Jesús a favor suyo, pero solamente un niño tuvo el gesto propicio, la generosidad.

¿Qué es la generosidad? La generosidad es la capacidad para dar lo propio a los demás; no significa dar mucho, sino dar lo que se tiene. Dios no pone su atención en cantidades ni cifras, sino en la sinceridad del corazón. Sentado en el templo, Jesús veía a personas pudientes que hacían grandes ofrendas, pero le conmovieron más  las dos monedas de una viuda, unos daban lo que les sobraba, y la viuda, de lo que necesitaba. En la ciudad de Sarepta, Elías pidió de comer a una viuda que solo tenía para ella y su hijo, un poco de harina, apenas para cocer  un pan, el cual humildemente ofreció al profeta, y luego de eso, en su hogar jamás se agotó la harina ni el aceite, (1 Re. 17, 7-16). Cuando nosotros damos lo nuestro a los demás, Dios nos retribuye al doble lo que hemos obsequiado. La generosidad sincera, es sembrar bondad, amor, respeto y Dios a su tiempo, nos dará una gran cosecha.
Nosotros solemos pedir mucho a Dios, es uno de los privilegios del creyente, confiarse al Señor, quien se complace con  nuestra humildad y confianza al solicitarle su intervención en nuestra vida, pero nunca debemos olvidar que también debemos colaborar con Él para vernos favorecidos.
Jesús nos enseña hoy que toda acción de Dios requiere la participación de la persona. Que no debemos  permanecer en  una actitud pasiva, esperando que Él actúe, que nos dé, que nos premie, que nos reconozca. Dios se manifiesta cuando nosotros nos entregamos.
 En estos días  nos quejamos de muchas cosas que pasan,  males que van creciendo,  de sucesos  lamentables. Y no podemos hacerle responsable de los acontecimientos de la sociedad, del mundo, ni de nuestra situación personal,  si nosotros no hemos puesto nuestra parte en solucionarlos. Dios no puede multiplicar lo que nosotros no compartimos. Dios no puede darnos dos panes si primero nosotros no le entregamos uno. Si no somos generosos. “Comerán todos y sobrará”, (2 Re. 4, 43).

“Ni doscientos denarios de pan bastarían…”. Es la expresión de los apóstoles que todavía no han aprendido lo que puede hacer Dios cuando somos generosos. El esperar todo de Dios y descuidar la parte que nos corresponde nos conduce a dañar esa imagen positiva de Él que todos estamos llamados a dar, y nos encamina a insatisfacciones. Si deseamos que Dios actúe cumpliendo al pie de la letra cuanto deseamos, olvidando que Él procede según su sabiduría y la conveniencia del bien solicitado, nuestra vida se puede volver una eterna insatisfacción, un conflicto continuo.  Podemos, por ejemplo,  esperar mucho de nuestros padres, que nos consientan, que nos comprendan, que nos faciliten las cosas, que nos otorguen todos los permisos del mundo y para cualquier cosa, y nos sentimos muy contentos cuando de parte de ellos obtenemos lo que necesitamos o queremos. Pero cuando no sucede así, es porque de no hemos dado lo suficiente para merecerlo, o no es el momento apropiado. Nunca olvidemos que para recibir primero tenemos que dar. No tenemos derecho a pedir nada si antes no hemos practicado la obediencia, o mejor todavía, el servicio. Servir es ayudar sin que nos  tengan que invitar a ellos, es como ese niño del evangelio, ver una necesidad y prestar nuestra ayuda. Aquellas parejas que tienen conflictos solo miran los errores del compañero, y se reclaman, se reprochan sus faltas, pero ninguna pone un poco de generosidad para que se dé el milagro de la paz.

Como humanos, como hermanos, como familia podemos crecer mucho, ser más unidos, realizar el milagro de la multiplicación de la paz, de la cordialidad, del amor, si dejamos nuestras reservas y nos entregamos a los demás, como lo hiciera este niño con sus panes y pescados.
Cuánto bien hace en ocasiones que ofrezcamos una sonrisa, donde solo hay caras serias. La alegría donde hay tensión, la confianza que pone una persona donde solo hay recelo. O tal vez callar y no hacer ningún comentario que pudiera encender los ánimos. Cuánto bien hace saber pedir perdón por nuestros errores. Cuando somos generosos al compartirnos con los demás, nuestras relaciones toman fuerza. Aquella tarde Jesús miró con mucho amor a aquel muchachito que dio lo suyo para los demás.
 Cuando somos generosos con Dios y realmente le compartimos nuestro corazón, antes que pedirle y demandarle nuestras necesidades, antes de exponerle el clásico trato: “Te prometo, Señor…”, se fortalece nuestra Fe con Él. ¿Quién es el que cree más y mejor en Dios? El que lo ama por lo que es, y no por lo que puede dar.
Al Señor le descubrimos gracias a nuestra generosidad, al llenarnos de alegría cuando vemos lo que puede hacer cuando nos entregamos a sus planes.
Aquellas personas que piensan que la Fe debe tener un uso práctico, una utilidad, como la escuela, el trabajo, el ejercicio físico, nunca conocerán realmente a Dios. Su mundo sus límites estarán en lo material. Nunca sabrán lo que es  el gozo de la intimidad con Dios, de la paz, la tranquilidad que nos da su presencia. La satisfacción de que hacemos algo útil para nosotros al cultivar una relación con Dios. No por  lo que nos puede dar materialmente (que nunca deja de darnos, de proveernos) sino por la alegría que nosotros podemos darle a Él con nuestra fidelidad.
 No hay regalo más hermoso para unos padres, que ver a sus hijos corresponderles con amor, respeto y gratitud todos los cuidados y obligaciones que tuvieron con ellos de pequeños. Los buenos hijos, aunque crecen muy rápido y  hacen sus vidas, nunca se van, siempre están presentes, pendientes, ayudando, disfrutando de su primera familia, donde aprendieron a amar, a ser agradecidos.
Dios también tiene una opinión favorable para quienes dan lo suyo a los demás; la persona generosa  nunca carecerá de nada, porque Dios le bendecirá siempre; si somos generosos en padecer, Dios nos hará fuertes; si somos honestos en cumplir sus leyes, nos hará admirables ante los demás; si damos de lo nuestro, nuestros bolsillos nunca estarán vacíos.

El Señor mira con gran amor a sus hijos, por el pecador siente compasión y urgencia por tenerlo junto a Él; por el necesitado siente la obligación de ayudarle, y con el generoso, se alegra porque gracias a él puede hacer muchos milagros.
Dios siempre nos socorrerá, siempre nos dará, pero nos puede dar mucho más, cuando nosotros aportamos lo nuestro.
El orgullo del creyente no debe ser el sentirnos bendecidos por Dios, sino el saber que colaboramos con Él y que gracias a nosotros puede actuar y compartirnos sus bienes.

Este milagro debe movernos a la reflexión sobre nuestro seguimiento y fidelidad al Señor. ¿Sabemos permanecer a su lado? ¿O sólo lo visitamos cuando necesitamos su ayuda? Pidamos a Dios que nos ayude a ser fieles, agradecidos y generosos con su persona, y así poder darle la oportunidad de llevar a cabo infinidad de milagros.

martes, 24 de julio de 2012

Reflexiones del Padre Alberto

P. Alberto Melendrez




DOMINGO XVI ORDINARIO.
(22 de Julio de 2012)

Mt. 6, 30-34.

“Andaban como ovejas sin pastor”.

Un domingo más el Señor nos recibe en su casa, complacido por nuestra fe, que nos recuerda el compromiso de agradecer directamente, los bienes que de su parte recibimos a diario. En este día el mensaje de Dios nos propone algo: que reconozcamos la importancia del descanso personal y aprendamos a practicar el descanso cristiano.

En el evangelio tenemos el regreso de la misión de los apóstoles. Ha sido su primera experiencia en el anuncio de la Palabra que han aprendido junto a Jesús; en los lugares donde han estado, han realizado milagros, han hecho curaciones y dado paz a los poseídos de diversos males. Han descubierto que la misión emprendida puesta bajo la custodia de Dios, no necesita ni morral bien abastecido, ni la seguridad de los bienes, solamente la confianza en el Señor. Regresan alegres, deseosos de contar sus experiencias al Maestro, y éste, sabiendo que han hecho largas caminatas, sufriendo sed, hambre, peligros, les propone retirarse a un lugar apartado para escucharles, pero sobre todo, para preguntarles si están dispuestos en un futuro a servir al Señor. Jesús no puede tener este momento de intimidad con los apóstoles, ya que una multitud de personas llega hasta ellos, rompiendo su privacidad. Finalmente, es más grande la misericordia de Jesús, quien conmovido por todos aquellos que le buscan, se queda con ellos y les enseña muchas cosas.

El trabajo humano y el descanso. 
En la sociedad de hoy sucede lo que en el evangelio, movimientos, agitaciones, sobresaltos, prisas; todos tendemos a la productividad, a hacer cosas provechosas, al trabajo. El trabajo es una ley eterna (dada por la sabiduría divina) y universal, un deber de todos. “Si alguno no quiere trabajar, que no coma”, (2 Tes. 3, 10). El trabajo humano es el esfuerzo o empeño por realizar algo bueno para uno mismo y para el prójimo, (el empleo es un trabajo remunerado que nos produce ingresos). “En el trabajo, la persona ejerce y aplica una parte de las capacidades inscritas en su naturaleza”, (CIC. 2428). Jesús, el Hijo de Dios, trabajó manualmente como cualquiera de nosotros, los apóstoles tenían sus oficios con los que ganaban su sustento, hay santos como san José, san Isidro, santa Zita, a quienes recordamos entregados a sus labores. El trabajo dignifica y santifica a la persona, es por tanto un deber de todos. Todos trabajamos, de acuerdo a nuestra edad, capacidades. El cumplir nuestras responsabilidades familiares y sociales es el trabajo de todos.

Todos trabajamos y todos nos cansamos.
El trabajo, la fatiga, produce stress, ansiedad, cansancio físico y moral. Y el cansancio, lo sabemos, se combate descansando para recuperar las fuerzas. En el evangelio, Jesús invita a los apóstoles a descansar. También es una ley de Dios: “Si Dios ‘tomó respiro’ el día séptimo (Ex. 31, 17), también el hombre debe ‘descansar’”, (CIC. 2172).

Una característica de estos días, es que vivimos bajo presión, angustiados, con miedo, a diferencia de épocas pasadas, porque hoy trabajamos mucho, porque vivimos acelerados y no sabemos descansar. Tenemos ideas equivocadas con respecto a él. Llegan las vacaciones y todo mundo corre a las playas, a derrochar en discotecas, fiestas, parrandas, lo que se logró ahorrar durante el año. ¿Eso es descansar? ¿Cometer los excesos que nos reservamos a lo largo del año? Para muchos sí. Vacaciones es lo mismo que acceder a los deseos reprimidos, embriaguez, pereza, olvidarse de las obligaciones diarias. Para muchos eso es el descanso.

El verdadero descanso. 
Hoy Jesús nos enseña que el descanso es para quienes trabajan, para quienes invierten su vigor en un buen fin. Los apóstoles regresan fatigados y es justo que tengan unos momentos de tranquilidad, un espacio para profundizar en la gran experiencia que han vivido. Jesús no les autoriza la holgazanería ni la embriaguez como una forma de esparcimiento, quiere que conversen, que convivan compartiendo los acontecimientos vividos en la misión que han concluido.

Este es el verdadero descanso, el tiempo que se dedica a cultivar las relaciones personales. El tiempo que empleamos para examinarnos y ver cómo va nuestra vida; el tiempo para encontrarnos a nosotros mismos, para darnos cuenta qué necesitamos, qué nos sobra, o qué nos estorba y afecta.

Esa playa que está en nuestra mente como referente de unas vacaciones perfectas, con un mar tranquilo, con una brisa fresca, con arena fina, no siempre es posible. Pero sí podemos encontrar una playa a la hora del amanecer o atardecer, unos momentos de silencio y soledad, donde relajar el corazón y dejar de obsesionarnos con nuestros problemas, con la maldad que cada vez se vuelve más insolente. Unos momentos de profundización en nuestra propia casa, en el templo frente al sagrario, en la celebración de la Misa, que son mejores que hartarse de comida o alcohol hasta quedarnos sin recursos, con la cartera vacía. “La institución del día del Señor contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa”, (CIC. 2184).

Podemos tener momentos muy gratos con nuestra familia si tratamos de conversar, si hacemos el esfuerzo por sentirnos aliviados de nuestras tareas diarias que nos cansan, si tratamos de ejercitar otras dimensiones de nuestra naturaleza. Somos seres aptos para el trabajo, sí, pero también tenemos la capacidad de amar y hacernos querer aún más por los nuestros. Tenemos la capacidad para contemplar la naturaleza, para cultivar un arte, practicar un deporte, leer un buen libro tranquilamente, disfrutar una película. Muchos no sabemos descansar porque nos hemos vuelto adictos al trabajo, a las prisas.

Las vacaciones, el descanso, es el tiempo para recuperar fuerzas, para reparar el desgaste emocional. Para equilibrarnos, no para alterarnos aún más y perdernos en cosas que pudieran parecer muy atractivas, pero que en el fondo no son tan buenas.

Aprender a descansar. 
Tenemos que aprender a descansar. Descansar cuerpo y mente es fácil, mediante la reducción de nuestras actividades físicas, mediante la comunicación interpersonal. Pero hay otros tipos de descanso que no practicamos, y que nos sería muy útil hacerlo, el primero de ellos, descansar de las apariencias. Dejar a un lado la imagen que damos a los demás, de eficiencia, de prontitud, de inteligencia, que nos funciona muy bien en ocasiones, que nos da prestigio ante los demás; descansar de las apariencias es practicar la humildad, reconocer que somos pequeños y que requerimos la ayuda de los demás en cierto momento; es reconocer que nuestro interior se fatiga con ese traje pesado que es nuestra imagen ante los demás. ¿Para qué aparentar lo que no somos? Esas deberían ser nuestras vacaciones, reconocernos como somos.

Debemos también aprender a descansar de nuestra autosuficiencia, de nuestra falta de tiempo para Dios. Poner pretextos, el trabajo, la escuela, la casa, que en ocasiones pueden ser tan absorbentes que no nos dejan el tiempo suficiente para convivir con Dios y servirle. Somos bautizados, hijos de Dios, y Él tiene un lugar para nosotros en su casa, donde podemos escuchar su palabra, meditarla, participar de los momentos que nos ofrece nuestra Iglesia con el Señor.

Si conocemos a Dios, si Él nos conoce también, entonces no debemos ser creyentes “de ocasión”, presentes en el Templo en la boda o el bautizo de alguien cercano.

Muy valioso es también aprender a descansar de nuestras preocupaciones; nos agobiamos demasiado con nuestros problemas, nos impacientamos con los contratiempos que se nos presentan, nos desesperamos con nuestras pequeñas cruces, olvidando la confianza en la providencia de Dios, en la sabiduría que nos comparte para seguir caminando hacia adelante,

“Marta, te preocupas y agitas por muchas cosas, y hay necesidad de una sola…”, (Lc. 10, 41-42), confiar en el Señor. ¿Sabemos darle un poco de descanso a nuestros problemas, preocupaciones? ¿A nuestras tristezas, amarguras? ¿Sabemos dejar guardados nuestros rencores, envidias, resentimientos? ¿O los atesoramos, los multiplicamos y los lucimos como si fueran joyas valiosas?

El descanso cristiano. 
Hay otro descanso que no practicamos y que es fundamental para nuestras buenas relaciones. Es el descanso que Jesús nos enseña en el Evangelio, dar descanso a los demás. Dar al prójimo la paz que requiere. El entregarse a los demás de corazón.

En la lectura, pudiendo Jesús marcharse, ocultarse, despedir a todos y quedarse a convivir con los suyos, a escuchar esas anécdotas tan agradables que han tenido estos hombres, no despide a la multitud que lo reclama, los atiende, les da consuelo, los escucha y les “enseña muchas cosas”. ¿Sabemos nosotros darle descanso a los demás? A nuestra madre que ha trabajado todo el día en casa y nunca le es suficiente el tiempo para tener el hogar impecable como ella quisiera, ¿o todo el día la agobiamos con nuestros problemas, discusiones, comentarios “esto no me gusta”, con nuestro comportamiento caprichoso, voluntarioso? ¿Sabemos darle el descanso que merece nuestra pareja o la ponemos de mal humor al llegar a casa alterados por lo que hemos vivido en el día? ¿Sabemos dar un poco de descanso a los hermanos, conviviendo tranquilamente con ellos, o todo el día lo pasamos fastidiándolos? ¿Sabemos dar descanso a nuestros allegados callando aquel comentario ofensivo, que pudiera sembrar dudas en su persona, o despertar resentimientos hacia alguien más?

Hoy que se habla tanto de la autoestima, del aprecio y cuidado que debemos poner en nuestra persona, hemos llegados a extremos egoístas de pensar solo en nuestro bien. Pero la caridad cristiana, con el ejemplo de Jesús, nos dice que siempre habrá alguien que necesite un poco más aquello que demandamos: paz, consuelo, compañía; a pesar de nuestros argumentos, crisis, fatigas, una buena manera de descansar es haciendo algo por los demás, y también, compartiendo lo que somos con los nuestros, crecer en la unidad a través de la apertura ¿cuánto tiempo hace que no nos decimos que nos queremos? Porque a pesar de nuestros problemas y diferencias, en el fondo sentimos cariño por quienes nos rodean.

Pidamos a Dios que nos enseñe a descansar, descansar verdaderamente, para lo cual no hay necesidad de hacer grandes gastos ni viajes, simplemente convivir, apreciarnos, ser más pacíficos y más hermanos, como Jesús hoy nos ha enseñado.

El director escribe...





P. Martín Peralta 
(Director de los proyectos "Comunidad de FE")



Muchos se angustian por problemas que, en su mayoría, nunca llegan a hacerse realidad. Sufren con anticipación, pensando e imaginando cosas que pudieran suceder. La mayoría de nuestras preocupaciones se deben a la falta de confianza en Dios.

Un hacendado fue a la ciudad y le preguntó al dueño de un restaurante si podía utilizar un millón de piernas de sapos. El dueño del restaurante quedó asustado y quiso saber dónde pretendía el hacendado conseguir tantas piernas de sapos. El hacendado le respondió: Cerca de mi casa hay un pequeño lago que está invadido e infestado de esos bichos. Son millares y hacen un barullo infernal, croando toda la noche. ¡Me estoy volviendo loco!

Quedó decidido, entonces, que el hombre le traería quinientos sapos por semana, durante algún tiempo. En la primera semana, el hacendado volvió al restaurante un poco avergonzado, pues traía en sus manos dos sapos. El comerciante le preguntó: ¿Dónde está mi pedido?

El hombre respondió: Yo estaba totalmente engañado. ¡Había solo estos dos pequeños sapos en el lago! Ellos solos son los que hacían todo el barullo.

La próxima vez que alguien te critique o se ría de ti, acuérdate de que no son miles de sapos los que hacen todo el barullo, sino apenas dos sapitos. Mientras dos critican y ríen, cientos te apoyan y animan.

Acuérdate de que las angustias y los problemas parecen mayores en la oscuridad. Hay una posibilidad muy grande de que, cuando llegue mañana y lo pienses mejor, el problema habrá disminuido su importancia o habrá desaparecido, quedando en su lugar un asunto de fácil solución.

Lo mejor es dejar las preocupaciones en las manos de Dios. Ten hoy un día feliz, sabiendo que Dios está en el control de tu vida.

Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor: porque tú eres mi protector.
Salmo 59:16

El Director escribe...


P. Martín Peralta (Director de
los proyectos "Comunidad de FE"


Una tarde, mientras regresaba de la capital a su casa, el senador John Stennis fue asaltado a mano armada. pesar de que Stennis entregó lo poco de valor que tenía, los asaltantes le dispararon dos veces, pegándole en el estómago y en la pierna. Los cirujanos del Centro Médico Walter Reed trabajaron más de seis horas para salvarle la vida.


Esa tarde también iba de camino a su casa el senador Mark Hatfield, que había tenido a menudo encontronazos con Stennis. Los dos estaban por completo en desacuerdo en cuanto a la política. Sin embargo, cuando Hatfield oyó en la radio lo que había sucedido, de inmediato se dirigió al hospital en su coche. Ya ahí, se percató con rapidez de que el personal del commutador estaba sobrecargado con las llamadas de los otros senadores, los reporteros y los amigos de Stennis. Le dijo a un operador: Sé cómo utilizar uno de estos equipos, déjeme ayudarlo. Lo ayudó a atender los teléfonos hasta el anochecer, cuando las llamadas disminuyeron. Luego, sin fanfarronear y calladamente, se presentó mientras se iba.


Mi nombre es Hatfield… estoy encantado de haber podido ayudarle en algo que concierne a un hombre al cual respeto profundamente.

Grandeza quiere decir estar libre de pequeñez, rencor, venganzas y prejuicios. Significa cuidado internacional, ayudar con modestia.

1 Samuel 16:7
Dios no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón.


lunes, 23 de julio de 2012

El Director escribe....


P. Martín Peralta (Director de los proyectos "Comunidad de FE"

P. Martín Peralta
(Director de los proyectos "Comunidad de FE"


Oculto en el desierto de Chihuahua en Nuevo México se encuentra una de las grandes maravillas de Dios: las Cavernas de Carlsbad. Al visitante casual, si oscura entrada le puede parecer poco interesante, como el estéril desierto que las rodea. Sin embargo, allí hay delicadeza y grandeza, ese es un lugar en el que a través de los siglos pequeñas gotas de agua, silenciosas en la oscuridad, han construido un monumento de extraordinaria belleza de quince metros de altura. Gota tras gota, depositando partícula, un dedo que parece de mármol comienza a crecer. Al final, este proceso forma una enorme columna; así, se crean las esculturas dentro de las cavernas.

Un proceso similar ocurre dentro de cada uno de nosotros. Cuando un solo pensamiento llega a nuestra mente, deja sedimento que entra a lo más profundo de nuestra alma, formando nuestras propias columnas… columnas de carácter. Si permitimos que los pensamientos inmorales, egoístas y violentos llenen nuestra mente, formamos columnas de mal y fracaso. Si llenamos nuestra mente con la verdad y el amor, formamos columnas fuertes y bellas dentro de nuestra alma.

En Proverbios 23:7, el rey Salomón dijo: Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.

Salomón entendía que las cosas en que pensamos determinan la persona que llegamos a ser. Cuando buscamos a Dios, comenzamos a reflejar su carácter en nuestra vida.

¿Qué formaron las columnas de carácter en tu vida? ¿Te asemejas en algo a tu Padre Celestial?

Tú puedes llegar a ser la persona que Dios diseñó para que seas al renovar cada día tu mente con la Palabra de Dios. Al igual que las Cavernas de Carlsbad se crearon a través del tiempo, ocultas de la vista, así se forja nuestro verdadero carácter.

Filipenses 4:8
Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.

Buen día!

miércoles, 27 de junio de 2012

El voto "razonado"


A unos cuantos días de realizarse las elecciones en nuestro país, presentamos este articulo para su estudio y reflexión.


El voto “razonado”

Por Dr. Manuel Ocampo Ponce
27 de junio de 2012.
manuel.ocampo.ponce@hotmail.com
Los días que restan para las elecciones se agotan y muchos ciudadanos no saben por quién votar. Mientras distintas autoridades gubernamentales, civiles y religiosas insisten que hay que “razonar” el voto, el común de los ciudadanos se mueve en la superficialidad. Los razonamientos van más en función de intereses subjetivos, simpatía o sentimientos y emociones, pero realmente en pocos casos vemos argumentos o razonamientos de fondo. Es un hecho que abunda la perplejidad .
A propósito de esta situación algunos compañeros, me preguntaron si la Ética o Filosofía Moral podía decir algo al respecto. Y ese es el motivo por el que escribo estas breves líneas con algunos principios éticos que espero sean de utilidad.
Me dirijo a todas aquellas personas que tengan curiosidad por saber qué dice la Ética realista y a todas aquellas personas que dicen: “es que no se por quién votar”; a los que dicen: “todos me parecen malos y no se si abstenerme, anular o votar por el menos malo”, y lo que es peor, en este último caso, hay quienes no saben bajo qué criterio decidir cuál es más malo o menos malo.
A manera de brevísima introducción he de decir que la Ética realista o basada en la realidad objetiva, como ciencia estrictamente filosófica, busca las causas últimas, en este caso del acto humano, que es, por lo mismo, libre y responsable. De aquí que se deriven ciertos principios del obrar moral que son universales e independientes de cualquier ideología política o religiosa. Una vez aclarado esto y como el voto es un acto humano, veamos lo que aporta la Ética ante la perplejidad.
Decimos que una conciencia moral (juicio sobre la bondad o maldad de un acto), es perpleja, cuando le parece que hace mal en cualquier sentido que obre.
De modo que si pensamos que cualquiera de los partidos o candidatos es malo, ya sea por sus antecedentes históricos, por su plataforma política o su actividad práctica, y que cualquiera de las opciones es mala, incluso abstenerse o anular, entonces no hay más recurso que ver cuáles son las condiciones del principio ético del mal menor.
Desde luego lo primero y ante todo será discernir si realmente todas las propuestas políticas son objetivamente malas desde el punto de vista ético. Y para esto he de decir que una opción puede ser éticamente mala, porque su plataforma política es de suyo inmoral, como sucede con las plataformas materialistas, sean marxistas (izquierdas) o liberales (derechas) o bien porque sus representantes tienen propuestas políticas, legislativas o antecedentes que van en contra de principios morales.
Si una vez hecho el razonamiento anterior seguimos considerando que todas las propuestas fueran malas, incluso abstenerse o anular. Es necesario saber cuál de las opciones es la menos mala, y para esto la Ética nos proporciona algunos principios que nos pueden ayudar:
1. El mal menor es lícito sólo cuando no hay otra alternativa y los males que sobrevienen de cualquiera de las opciones son inevitables. Me parece que en el caso de las presentes elecciones, los ciudadanos tenemos tres opciones:
a) Abstenernos
b) Anular el voto
c) Votar por alguno de los representantes de los partidos.
2. En algunos casos el mal menor es preferible, no porque sea un bien, sino porque el bien que se pierde es menor.
3. Ante la duda nunca es lícito obrar, de modo que si se tiene duda es mejor retrasar la acción. En este caso “abstenerse” es, de algún modo elegir y no puede retrasarse porque sólo tenemos esa fecha límite para decidirnos por alguna de las opciones. Habrá que ver si después de los principios abstenerse o anular es el mal menor.
4. Si no se puede dejar de elegir entre estas opciones, hay obligación de elegir el mal menor, procurando evitar transgredir el derecho natural antes que el derecho positivo o las leyes de los hombres.
Esto es porque los bienes morales, están por encima de los bienes económicos y físicos como la salud, el bienestar y la propia vida.
De modo que siguiendo este principio ético, nunca es lícito votar por plataformas políticas que promueven legislaciones inmorales como abortos, eutanasias, atentados contra la familia, etc. En estos casos no cabe el mal menor y existe responsabilidad moral grave de quienes votan por estas propuestas.
5. Lo anterior nos lleva a la necesidad de distinguir entre la bondad o maldad de la elección misma y la bondad o maldad de las consecuencias del obrar. Aunque las consecuencias de nuestra elección sean muy graves no es lícito optar por algo intrínsecamente malo o en contra de la ley moral. Con este principio se reitera que la aprobación legislativa de leyes inicuas, contrarias a la ley natural es siempre ilícita.
6. Nunca hay que poner al mismo nivel el mal moral con las arbitrariedades, penalidades y adversidades de la condición humana.
Siempre es mejor sufrir el mal que cometerlo (Sócrates).
7. Si después de estos principios quedaran descartadas todas las propuestas, nos quedaría la opción de abstenernos o anular. Y en este caso habrá que ver si el abstenerse no implica otorgar de alguna manera al que lleve más votos, que, en este caso, podría ser el menos malo o el más malo.
8. La anulación del voto podría ser el mal menor únicamente si no existe otra opción cuya plataforma política y antecedentes históricos y morales NO se oponga a la ley natural.
De modo que, en suma:
• Si queremos obrar éticamente es necesario conocer las plataformas políticas, antecedentes históricos y propuestas de los candidatos y descartar a los que no se ajusten a los principios éticos.
• Abstenerse puede ser otorgar el voto al que lleva más.
• El mal menor se elegirá únicamente entre las opciones que no se oponen a la ley natural y a los principios éticos.
Espero que estos brevísimos principios de la Ética les hayan aportado algo de claridad y me da gusto que se hayan tomado estos minutos para conocer lo que aporta la Filosofía Moral Realista, porque la Política y el Derecho no se pueden separar de la Ética debido a que la Ética es el alma o la forma que actualiza y da unidad y vida al cuerpo social.

jueves, 21 de junio de 2012

Consolidemos la democracia


Consolidemos la democracia 

 Por Lic. José Ramón Canizales Martínez

En el territorio nacional se llevarán a cabo elecciones federales el 01 de julio y se elegirán, además del presidente de la nación, a cinco gobernadores, 128 senadores y 500 diputados federales. En 15 estados del país se renovarán legislaturas locales y presidencias municipales y, en ciudad de México, se elegirán jefes delegacionales y al jefe de gobierno.

Esta jornada electoral que parece muy sencilla y se define en poco más de 10 horas, tiempo que duran las casillas abiertas, es parte medular de lo que llamamos “democracia”, es decir, la participación de los ciudadanos en momentos que tienen que ver con la toma de decisiones respecto de su propio destino como nación, de forma personal y comunitario.

En todo este proceso tenemos todos la responsabilidad de ir a expresar nuestra decisión, por un candidato o partido, o por el otro, o por ninguno, pues somos parte de una misma comunidad que busca día a día su bien común. En esta comunidad que es la nación mexicana, el voto constituye el instrumento más importante con que contamos los mexicanos para elegir a nuestros representantes en el gobierno; nuestro voto deber ser otorgado a aquel ciudadano que represente los intereses, los valores y aspiraciones de la sociedad, por eso es de suma importancia saber las propuestas, los proyectos de ley, pues de otra manera podrían  verse afectados seriamente los valores y aspiraciones legitimas de la sociedad mexicana.

En pocas palabras decimos que por medio del voto elegimos a las personas que dirigirán los destinos de la nación, cuya parte más importante no son las instituciones políticas o los partidos, sino los ciudadanos que pertenecemos a este país, con derechos y obligaciones.

El candidato que resulte electo, ya sea para presidente  de la nación o gobernador, se enfrentará agrandes problemas como: las diferentes formas de violencia, el clima de inseguridad en algunos sectores bien identificados, la pobreza extrema, la corrupción, la impunidad, el fenómeno creciente de la migración o la falta de oportunidades de estudios de calidad para los jóvenes y de trabajo digno y bien remunerado de cualquier ciudadano.

Nos encontramos con algunos vicios por vencer, algunos ocasionados por la falta de confianza en los partidos, por las campañas negras y por el pesimismos en otros:

-          Abstencionismo y compra de votos:
Uno de los grandes lastres, sino es que el más importante, es el desinterés o el rechazo que muchos expresan con respecto de la política; esto se refleja en el hecho de que más de la mitad de los mexicanos empadronados no ejercen su derecho al voto; la alta tasa de abstencionismo (según el IFE, en el 2009 fue el 55.2 por ciento) refleja el desencanto por la política, por los políticos.

Otro elemento que atenta contra la construcción de la democracia naciente, es la compra del voto y coacción del mismo. Existen diferentes formas en las que esto se realiza y, aunque se pensaba que ya no existía  en nuestra “moderna democracia” asistimos a continuos actos que aprovechan la necesidad, la pobreza y miseria, para comprar los votos por dinero o bienes materiales. Y en el peor de los casos: “promesas” que nunca cumplen.

La ignorancia también juega un papel importante, pues se hace creer a las personas que las obras y servicios públicos se realiza por la bondad de la autoridad  o partido en el gobierno, sin aclarar que se pagan con los impuestos de los ciudadanos.

Peor aún es la coacción, pues hay maneras de obligar a votar a las personas por un partido o grupo so pena de perder los beneficios de programas sociales. Todos estos vicios deben ser erradicados con ética, coherencia, sacrificio y generosidad en busca del bien común.

Entonces ¿Cómo votar de forma responsable?
El instrumento del voto es eficaz, legal y moral si se hace buen uso de él, para lo cual recomiendo cuatro puntos a considerar:
1.- Debemos estar conscientes de que como ciudadanos, los cristianos no debemos dejar de cumplir con nuestra responsabilidad en los procesos electorales.
2.- Es importante reconocer que no partimos de cero. El sistema y la cultura democrática han tenido grandes avances durante las últimas décadas, sin embargo existe, como ya mencioné, grandes desafíos que amenazan con hacerla retroceder. La participación no se reduce al ejercicio del voto el 1 de julio, esto seria muy pobre y poco útil. A los gobernantes, en cualquier nivel hay que monitorearlos, ver sus compromisos, exigirles, auditarlos y no volver a votar por ellos si no cumplieron sus promesas o si se sirvieron de su puesto para beneficio personal o de grupo.
3.- Los obispos mexicanos han dicho que la sociedad debe ir construyendo un estado basado en principios éticos, comprometidos con una cultura de no violencia y de respeto a toda vida.
4.- Esta bien claro que todo ciudadanos tiene la libertad consagrada por el derecho natural y nuestra Constitución, de elegir entre varias opciones, cada una con forma distinta de proyectar el futuro de nuestro país y el de cada uno de nosotros. Debemos ser conscientes de que nadie puede sustituirme u obligarme a elegir, pero si tenemos la obligación de ejercer correctamente esta libertad conforme a nuestra conciencia.
El Pontificio Consejo “justicia y paz” afirma con toda claridad que: “una autentica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el futuro de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: La DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA, EL BIEN COMUN, como criterio regulador de la vida política.
Y como dijo el beato Juan Pablo II: “una democracia sin VALORES se pervierte así misma, deja de SERVIR  a las personas y se prostituye en forma de autoritarismo de las mayorías”.
Los cristianos católicos, estamos llamados a ser la “Sal y luz “del mundo, con nuestro voto a favor de la vida, de la dignidad de la persona, de la libertad, de la justicia, de la democracia, de la igualdad y libertad de culto y de conciencia. Estamos llamados a promover una democracia con VALORES para no destruir nuestra nación con la dictadura del relativismo imperante, que también busca instalarse en la política o desde la política.

Voto razonado, voto responsable, vota por México.

sábado, 19 de mayo de 2012


Hace exactamente 1 año, al cumplir su 60 aniversario de vida Sacerdotal, hicimos esta entrevista publicada en el numero de Comunidad de FE correspondiente a Junio de 2011. Hoy queremos darle replica a ella y extender un homenaje a este gran Hombre, que con su vida nos lleno de ejemplo...  Descanse en Paz


Pedro Villegas Ramírez
60 años de Evangelización y entrega al Señor


"Cumplir 60 años de Sacerdote, es un privilegio providencial que mueve a una gratitud profunda a Dios, a la Iglesia y a los contemporáneos que me ayudaron a Construir lo que ha sido mi obra"

03 de Junio / 1951-2011. 60 años han pasado desde aquella Celebración Eucaristica, en la que por manos del Señor Arzobispo Don Juan Navarrete y Guerrero, recibieron el sacramento del Presbiterado un grupo de jóvenes, entre ellos nuestro gran reconocido Mons. Pedro Villegas Ramírez, originario del Puerto de Guaymas, estudiante de la Parcela y Sacerdote Visionario, y reconocido Humanista, Pastor y Filantropo.

    Durante sus primeros años de vida, el Padre Pedro, observó y convivió de cerca con las obras sociales del Padre Francisco Navarrete; El Padre Pedro nos comenta que "La herencia visionaria, del Padre Francisco Navarrete y Guerrero (párroco de la Iglesia de San Fernando, en Guaymas, Sonora). Sacerdote que me inspiró con su vida y su ejemplo en la elección vocacional que hice desde los 12 años.
El Padre Francisco Navarrete, era un hombre carismatico; un gran Orador Sagrado y tenía una visión social sumamente amplia. El construyó en su Parroquia en Guaymas, un asilo de anciano, sociedades mutualistas (que ayudaba mucho a la gente pobre); levantó negocios para individuos que no tenían un capital para iniciar algún trabajo; y tenía tambien una casa para niños huerfanos. En todos los barrios diferentes de Guaymas creó obras sociales.  
Todo eso era una obra muy visible, tuve la fortuna de acompañarlo durante mi niñez, a visitar esas obras, de tal suerte que cuando decidí entrar al Seminario, yo consideraba como parte central de mi vocacion, el crear obras de beneficio Social, por eso encontrarme con una moribunda en una de mis funciones de capellán en un asilo de tuberculosos y al pedirme ella (que estaba en agonía) que me quedara con tres de sus hijos, yo acepté casi sin pensarlo".
Sin embargo también agrega que todo esta obra no hubiera sido posible sin la ayuda de la Providencia, pues las condiciones para que este proyecto continuara se fueron poniendo a la orden del día. Se consolidó con la creación del Instituto Kino, y la misma Universidad Kino, creando asi mismo, una escuela Secundaria y las Preparatorias, la ayuda nunca de Dios nunca faltó.
El Padre Pedro con su voz alegre nos comenta que "Después de 60 años, me siento un Sacerdote privilegiado por Dios porque me permitió la culminación de mis proyectos y me conserva con salud y facultades para proseguir el perfeccionamiento de esta obra"
El hablar de Instituciones Kino, es hablar de casi una población mayor a 20,000 personas, y el Padre Pedro nos comenta que los porcentajes son, un 60 % ha llegado a concluir una profesión y el 40 % se integra con personas que son utiles a la sociedad, que han formado un hogar cristiano, que tiene hijos educados dentro de nuestra religión y que son hombres que sirven a su sociedad y a su Patria.
Al llegar a los 75 años de edad, todos los Sacerdotes, presentan su carta de Renuncia al Obispo, el Padre Pedro, desde hace ya varios años, realizó este trámite que por Ley (Eclesistica) deben cumplir, "Por fortuna, recibí de parte del Señor Arz Ulises Macías, el nombramiento de Director Espiritual de las Instituciones Kino y eso me da una amplia visión que me permite participar en la parte mas importante de esta obra.
El nombramiento que recibí es fecundo, sobre todo porque atañe a la parte mas importante de las Instituciones que es el aspecto espitirual y de esa manera me da presencia en todas las obras." Comenta el fundador de las Instituciones Kino.
Al llegar a los 60 años, se llega a una nueva etapa de vida, es por eso que Mons. Villegas, platica que en esta nueva etapa de su vida, espera "la consolidación de los proyectos ya realizados, consolidarlos moral y espiritualmente y consolidarlos economicamente también, para que nunca se pierda el perfil social de estas obras, que nunca se vayan a convertir en negocios lucrativos, que se establezcan cuotas y que se salgan por un lado del sentido gratuito de las instituciones o de ciertos cobros que sean de nivel social, para gente de bajos recursos y que se establezcan y se conserven becas para todos aquellos que las requieran y las necesiten."

jueves, 5 de enero de 2012


Para cruzar
la puerta de la fe

Con la Carta apostólica Porta fidei del 11 de octubre de 2011, Benedicto XVI convocó un Año de la fe, que comenzará el 11 de octubre de 2012, 50° aniversario de la apertura del concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. Con la promulgación de este Año el Santo Padre quiere poner en el centro de la atención eclesial lo que, desde el inicio de su pontificado, más le interesa: el encuentro con Jesucristo y la belleza de la fe en él. Por otra parte, la Iglesia es muy consciente de los problemas que debe afrontar hoy la fe y considera más actual que nunca la pregunta que Jesús mismo hizo: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Por esto, «si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces» (Discurso a la Curia romana con ocasión de las felicitaciones navideñas, 22 de diciembre de 2011).
Georges Rouault, «Cristo y los pescadores» (1939)Por encargo de Benedicto XVI, la Congregación para la doctrina de la fe ha redactado una Nota con indicaciones pastorales para el Año de la fe. Esta Nota ha sido elaborada de acuerdo con algunos dicasterios de la Santa Sede y con la contribución delComité para la preparación del Año de la fe. El Comité, constituido en la Congregación para la doctrina de la fe por mandato del Santo Padre, incluye entre sus miembros a los cardenales William Levada, Francis Arinze, Angelo Bagnasco, Ivan Dias, Francis E. George, Zenon Grocholewski, Marc Ouellet, Mauro Piacenza, Jean-Pierre Ricard, Stanisław Ryłko y Christoph Schönborn; a los arzobispos Salvatore Fisichella y Luis F. Ladaria; a los obispos Mario del Valle Moronta Rodríguez, Gerhard Ludwig Müller y Raffaello Martinelli.
La Nota, fechada el 6 de enero de 2012, solemnidad de la Epifanía, y que se publicará al día siguiente, 7 de enero, se compone de una introducción y de algunas indicaciones pastorales. En la introducción se reafirma que el «Año de la fe desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad».
«El comienzo del Año de la fe coincide con el recuerdo agradecido de dos grandes eventos que han marcado el rostro de la Iglesia de nuestros días: los cincuenta años pasados desde la apertura del concilio Vaticano II por voluntad del beato Juan XXIII (11 de octubre de 1962) y los veinte años desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia católica, legado a la Iglesia por el beato Juan Pablo II (11 de octubre de 1992)».
El concilio Vaticano II, «desde la luz de Cristo ha querido ahondar en la naturaleza íntima de la Iglesia... y su relación con el mundo contemporáneo». «Después del Concilio, la Iglesia ha trabajado para que sus ricas enseñanzas sean recibidas y aplicadas en continuidad con toda la Tradición y bajo la guía segura del Magisterio».
«Para facilitar la correcta recepción del Concilio, los Sumos Pontífices han convocado reiteradamente el Sínodo de los obispos... proponiendo a la Iglesia directrices claras a través de las diversas Exhortaciones apostólicas postsinodales. La próxima Asamblea general del Sínodo de los obispos, en octubre de 2012, tendrá como tema: La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana».
«Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Benedicto XVI se ha comprometido firmemente en procurar una correcta comprensión del Concilio, rechazando como errónea la llamada “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”, y promoviendo la que él mismo ha llamado “hermenéutica de la reforma”, de la renovación dentro de la continuidad».
El Catecismo de la Iglesia católica, como «auténtico fruto del concilio Vaticano II» (Carta apostólica Porta fidei, 4), se sitúa en la línea de esa «renovación dentro de la continuidad». Comprende «cosas nuevas y cosas antiguas» (Mt 13, 52). Por una parte, recoge el antiguo y tradicional orden de la catequesis, articulando su contenido en cuatro partes: el Credo, la liturgia, la vida en Cristo y la oración. Pero, al mismo tiempo, expresa todo ello de un modo nuevo para responder a los interrogantes de nuestra época.
El Año de la fe será una ocasión privilegiada para promover el conocimiento y la difusión de los contenidos del concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia católica.
Las indicaciones pastorales de la Nota tienen como objetivo favorecer «el encuentro con Cristo a través de testigos auténticos de la fe y aumentar el conocimiento de sus contenidos». Mediante estas indicaciones pastorales —que no pretenden «excluir otras propuestas que el Espíritu Santo quiera suscitar entre los pastores y fieles de distintas partes del mundo»— la Congregación para la doctrina de la fe ofrece su ayuda, dado que a ella compete específicamente no sólo la tarea de tutelar la sana doctrina y corregir sus errores sino también, y en primer lugar, promover la verdad de la fe (cf. Constitución apostólica Pastor Bonus, 48-51).
La Nota articula sus propuestas en cuatro niveles: 1) Iglesia universal. 2) Conferencias episcopales. 3) Diócesis. 4) Parroquias, comunidades, asociaciones y movimientos. Se citan a continuación algunas de estas sugerencias particulares.
Por ejemplo, junto a una solemne celebración para el inicio del Año de la fe y a otros varios acontecimientos en los que participará el Santo Padre (Asamblea del Sínodo de los obispos, Jornada mundial de la juventud de 2013), se recomiendan iniciativas ecuménicas para «invocar de Dios y favorecer la restauración de la unidad entre todos los cristianos» y «tendrá lugar una solemne celebración ecuménica para reafirmar la fe en Cristo de todos los bautizados».
A nivel de Conferencias episcopales, se estimula la calidad de la formación catequística eclesial y la revisión de «los catecismos locales y los subsidios catequísticos en uso en las Iglesias particulares, para asegurar su plena conformidad con el Catecismo de la Iglesia católica», y se desea un amplio uso de los lenguajes de la comunicación y del arte, «transmisiones televisivas o radiofónicas, películas y publicaciones, incluso a nivel popular, accesibles a un público amplio, sobre el tema de la fe, sus principios y contenidos, así como la importancia eclesial del concilio Vaticano II».
A nivel diocesano, el Año de la fe se considera, entre otras cosas, como ocasión renovada de «diálogo renovado y creativo entre fe y razón, a través de simposios, congresos y jornadas de estudio, especialmente en las universidades católicas» y como tiempo favorable para «celebraciones penitenciales..., en las cuales se ponga un énfasis especial en pedir perdón a Dios por los pecados contra la fe».
A nivel de parroquias, la propuesta central es la celebración de la fe en la liturgia y, de modo especial, en la Eucaristía, porque «en la Eucaristía, misterio de la fe y fuente de la nueva evangelización, la fe de la Iglesia es proclamada, celebrada y fortalecida». De esa iniciativa deberán nacer, crecer y difundirse todas las demás propuestas, entre las cuales tendrán una importancia particular las iniciativas emprendidas por los numerosos institutos, las nuevas comunidades y los movimientos eclesiales.
«En el Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización se establecerá una secretaríaespecial para coordinar las diversas iniciativas sobre el Año de la fe promovidas por los distintos dicasterios de la Santa Sede o que de todos modos sean relevantes para la Iglesia universal».
Esa secretaría también «podrá sugerir iniciativas apropiadas para el Año de la fe» y abrirá «un sitio especial en Internet, para proporcionar información útil» al respecto.
Las indicaciones ofrecidas en la Nota tienen como finalidad invitar a todos los miembros de la Iglesia a comprometerse en el Año de la fe para redescubrir y «compartir lo más valioso que tiene el cristiano: Jesucristo, Redentor del hombre, Rey del Universo, “iniciador y consumador de nuestra fe” (Hb 12, 2)».
 
6 de enero de 2012

La Epifanía, entre liturgia y fiestas populares

El Niño
y el signo de la cruz

“Epifàneia” en griego quiere decir “manifestación”. Pero igual que los rostros humanos, el tiempo cambia también las palabras; las lenguas, que se ceden durante los siglos el paso, declinan sus sonidos en los raros arroyos de mil dialectos: “ebifaneia”, después “ebbefania”, “befania”, al final “befana”. Tránsitos fonéticos que testimonian, entre otras cosas, la necesidad inexorable, como algo que pertenece al espíritu humano, de atraer las revelaciones más altas del cielo hacia la medida más mezquina del metabolismo material de la tierra; y testimonian también la marcada vocación condescendiente de los grandes temas cristianos para acoger y contener hasta los elementos de una sensibilidad humana más elemental, sus estremecimientos más ocultos e indescifrados, sus miedos originarios y sus más ingenuas expectativas.
Del Señor que muestra un rostro de carne en Jesús, a una anciana que vuela en escoba [“la Befana”, figura de la tradición popular italiana. Ndt]: superposiciones que nos pertenecen y de las que se nutre también la celebración de esta continuación litúrgica del tiempo navideño. Celebración civil por costumbre, mucho antes que litúrgica: y de un resistente imaginario ligado a secretas alquimias de elementos, a jocosas supersticiones cotidianas y antiguas creencias mágicas, a oscuras relaciones  escondidas entre el destino humano, los humores de la tierra y los signos del cielo. También los tres magos, que en los cortejos de pueblo a veces galvanizan las liturgias, llegan directamente del oriente un poco morisco, de un medioevo de ascendencia romántica (las luces álgidas de estos siglos de exactitud, a su pesar, han excitado nuestra atracción por el claroscuro, un cierto gusto por la penumbra y el misterio). Saciados y exhaustos de días colmados y estratificados de celebraciones litúrgicas, no sin un escondido alivio, se ocupa el proprio lugar en la iglesia: y de nuevo la palabra cristiana se hace viva. En la liturgia se ofrece como la presencia de Jesús entre en ansia inquieta de un rey violento, las esperanzas sinceras y de buen recuerdo de antiguos pastores, la planificada búsqueda soñadora de sofisticados sabios.
Voracidad de los poderosos, aspiraciones elementales de gente pobre, elaboradas categorías de hombres de cultura: cada uno llega con la parcialidad de sus preguntas para ocupar su sitio en la iglesia como los del belén. A cada uno la liturgia quiere hacer ver cómo, en el Señor Jesús, Dios decide dedicarse a estas preguntas. Cambiándolas de signo, conduciéndolas una por una a la única cuestión de vida o de muerte, desollando la epidermis hasta dejar en carne viva el nervio de la humana “no-totalidad”.
Los brazos abiertos del niño, a quien la industria de lo sacro replica en legiones seriales de plástico, trazan ya la señal de la cruz pascual: cada madre con el niño en la historia del arte es ya una Piedad, y el Cristo muerto siempre reposa en el seno de María con el abandono de un niño que duerme. A las preguntas humanas se les da siempre la señal de dar y recobrar la vida: también en esta hábil alusión evangélica en el nacimiento de Dios bajo la mirada de cada hombre. 
Es difícil decir cuánto sentido de consciente honor y cuánto en cambio de celebración infantil se mezcla en el gesto que hoy se realiza en todas las iglesias de besar la imagen del niño. Sin embargo, también esta vez, también a esta generación, no se le da otra señal que la antigua de Jonás (el profeta que, como Jesús, permanece tres días en el vientre del mal para ser devuelto finalmente a la luz). La liturgia declina con sus formas el gran código de la Escritura y esto, en contornos de cien perfiles que se siguen continuamente, traza una única gran figura: la de Jesús muerto y resucitado. Una y única, está destinada a ser visible para todos: desde los pobres y los ricos, los ignorantes y los sabios, en oriente y en occidente, a quien descendió hace tiempo a los infiernos y a aquellas generaciones que aún deben venir. 
Esto se hace ver en la epifanía del Señor. Un segmento ritual antiguo y afortunadamente superviviente introduce de hecho, tras el evangelio de la Epifanía, el anuncio del día de Pascua. La contabilidad fragmentaria del tiempo humano y civil está como provisionalmente redimida por este tiempo de la liturgia que busca aferrar ese tiempo humano tan volátil ligándolo al día de la Pascua y sembrar señales intermitentes: como paradas que reaniman y promesas que alientan. Porque en Jesús vemos con claridad que ninguna vida ha nacido inútilmente; y nadie muere en vano.
  Giuliano Zanchi
6 de enero de 2012